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Represión en el Congreso: cientos de detenidos, heridos y un fotógrafo en estado crítico

La violencia estatal volvió a teñir las calles de Buenos Aires. Lo que debía ser una jornada de protesta y manifestación pacífica en rechazo a un nuevo ajuste terminó con una brutal represión por parte de las fuerzas de seguridad, con cientos de detenidos, heridos y un periodista al borde de la muerte tras ser impactado en la cabeza por un proyectil de gas lacrimógeno.

La escena parece un déjà vu de los momentos más oscuros de la democracia argentina: un Congreso que legisla de espaldas al pueblo, un gobierno de derecha decidido a aplicar un feroz ajuste y una represión violenta como única respuesta a la resistencia popular. Al mando del operativo estuvo Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, quien ha construido su carrera política al ritmo de palos y gases lacrimógenos, con un historial que la vincula directamente con la represión de jubilados, docentes y trabajadores en múltiples ocasiones.

Un disparo a la prensa y el silencio oficial

Uno de los hechos más graves de la jornada ocurrió en las inmediaciones del Congreso, sobre la calle Hipólito Yrigoyen. Pablo Grillo, fotógrafo de FM La Tribu, estaba cubriendo la feroz represión cuando fue impactado en la cabeza por un tubo de gas lacrimógeno disparado por la policía. La secuencia quedó registrada en video y no deja dudas: fue un ataque directo.

Mientras manifestantes intentaban asistirlo, la ministra Bullrich salía al aire en televisión con un discurso insólito, asegurando que Grillo era «un militante kirchnerista» y que su detención estaba justificada. Sin embargo, su familia confirmó que Pablo no estaba detenido: estaba peleando por su vida en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía, en grave estado.

Su padre, en un mensaje conmovedor, describió a su hijo como parte de una familia «orgullosamente militante», ligada en los últimos tiempos a Nuevo Encuentro. Pablo, oriundo de Lanús, representa a toda una generación de jóvenes comprometidos con la realidad social, que hoy ve cómo la violencia estatal se ensaña con quienes ejercen su derecho a informar y manifestarse.

Represión como método de gobierno

El operativo de seguridad dejó cientos de detenidos y decenas de heridos, en una muestra clara de que el gobierno no está dispuesto a tolerar la protesta social. Las imágenes de policías disparando gases a mansalva, golpeando manifestantes y arrestando sin justificación a trabajadores de prensa recuerdan las peores postales de diciembre de 2001 o de la Reforma Previsional de 2017.

Mientras en el Congreso se votaban medidas de ajuste que afectarán a los sectores más vulnerables, en la calle se respondía con represión sistemática, sin diálogo ni margen para la disidencia. La política del miedo y el disciplinamiento social parece ser el único lenguaje del oficialismo ante la creciente resistencia popular.

¿Hasta cuándo?

El caso de Pablo Grillo no es un hecho aislado. Es parte de un patrón que se repite cuando un gobierno decide gobernar a espaldas del pueblo: ajuste, criminalización de la protesta y represión. Lo preocupante es que la sociedad argentina ya ha visto este guion demasiadas veces, y sin embargo, la historia vuelve a repetirse.

La pregunta inevitable es: si sabemos cómo termina el Titanic, ¿por qué seguimos eligiendo el mismo barco?